Se nos antoja hoy echar la imaginación al vuelo y pensar en cómo luciría una carreta canaria en la etapa romana, una carreta engalanada para llevar en ella a un reducido séquito representativo del nuevo poder arafero.
Lemus I El Trepa |
Como no pude ser de otra manera la carreta la encabeza nuestro distinguido y reluciente Alcalde güimarero Lemus I el Trepa , que cual emperador romano al mando de su cuádriga gobernando los terrenos conquistados, encabeza la marcha orgulloso de aquellos quienes le han acompañado en la batalla. Sus dos leales lugartenientes Rosendus y Ramonus.
Rosendus el Arripio manda las legiones files a la tierra , y junto a él marcha el plebeyo Marrerus, quien controla a la plebe que se acerca a la plaza de las civita cada jueves desde las altas escalinatas que conducen a ella. Le gusta que la gente le crea con autoridad cuando en realidad es un viejo que ya no asusta a nadie...hoy hace de guardaespaldas improvisado. Pero si algo caracteriza a Roma son los espías que el poder tiene repartidos estratégicamente por cada una de las calles y callejuelas, son los correveydile , que no son exclusivos de la etapa calzadillista, sino que ya estaban inventados y siguen en activo bajo el gobierno lemista. Esa es la curia romana, el resto era la plebe sometida y subyugada.
Luego tenemos a Ramonus el Zorrus, que no por ser el tercero es el menos bravo de los generales, sólo que las artimañas son más estudiadas. Es el último de una estirpe siempre ligada al poder sin importar quien fuera el César, daba igual, lo importante es estar en el centro de toma de decisiones y de reparto de trabajos. Ramonus sólo confía en sus allegados y familiares para matenerse al mando de las legiones de obreros, tapagujeros y escaqueados vividores de la Administración que pululan por toda Roma sin ninguna cualificación. El amor materno lo dirige y lo acompaña en todo momento, esto si se hace...esto no se hace, a este si se le hace y a este no se le hace, ese es de los nuestros...a ese ni agua... y así bajo la dirección regio materna empieza cada mañana su rutina de trabajo. La influencia paterna le orienta sobre los comentarios de los bancos del pueblo, de esto se habla...esto ni se nombra...la mujer de éste hoy llevó falda y la otra calzón...y así mantiene encendida y viva la llama chismosa de la familia, cual fuego de las Vestales...Y por último su amor filial, también integrada en el poder de la civita, es la que se encarga de hacerle llegar directamente toda la información de las intrigas palaciegas, como ya hiciera con el anterior emperador Calzadilluz el Irrepetible.
Ramonus el Zorrus nunca anda solo por las calles romanas, se rodea de familiares y también de los que llamamos quiero ser y no puedo, los restos de las legiones que no alcanzaron el poder, que a cambio del solo gozo de su presencia y de algúna noticia en exclusiva o más bien en primicia laboral abandonan sus labores de abastecimiento de combustible y aceites de las galeras, que aquí ya no son a remo porque los esclavos han sido manumitidos por el anterior emperador, para acompañarle y así conformarse con ser visto por el resto de la plebe hombro con hombro con el poder imperial, y es que en Roma también había quien se conformaba con ser un plebeyo privilegiado con tal de que la parienta trabaje.
De relleno llevan a cuatro esclavas sacadas de las cocinas de palacio, vestidas con telas traídas del lejano Oriente que sirven de adorno, compañía y distracción.
Y yo me sigo preguntando, ¿a ustedes esta carreta no les recuerda algo ya vivido? Es como una pesadilla, de la que todos tenemos que despertar.
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