miércoles, 20 de julio de 2011

No puedo esperar a los cien días...

Lo normal, lógico y cortés por mi parte era esperar a los mal llamados cien días de gracia pero tal es el caso que no creo que de continuar las cosas así, no me llegue el infarto antes de los sesenta días que restan. Vecinos sin luz con cédula de habitabilidad firmada por la Secretaria del Ayuntamiento, dientes pagados a precio de oro del este de Europa, agricultores que venden, agricultores que no venden, comerciantes que van a cerrar, un machango suelto sin bozal en la Fiesta del Carmen, la policía local en este caso sigue brillando por su ausencia, la rotonda de La Hidalga que sigue subterránea, un agente desterrado de La Hidalga a Playa de Lima, ¿habrán desterrado también a los vecinos/as?, el colegio concertado-semipúblico-privado apadrinado por el nuevo alcalde, nuevo pases de modelo de las nuevas ediles por las calles principales del pueblo y María del Monte en  coche sin techo con melena al viento saludando cual Lola Flores en su mejor época. 

Yo confieso que tenía la esperanza de que aquellos abrazos, besos, achuchones, caricias, y demás galanterías de la época electoral hubieran servido cual escoba que barre los viejos que nuestros corazones albergaban trás años y años de abandono, arrinconamiento y demás desaires, pero repito mi sorpresa ha sido lo que el viejo dicho anunciaba: "Hijo de gato sólo caza ratones". No hay besos, no hay abrazos, no hay llamadas, no hay cariños, hasta julio se ha convertido en un mes frío, yo me resisto, me revelo y me amparo en este blog para hacer llegar a todos mis araferitos/as la esperanza de que este mal no va a durar más de cuatro años, porque no se lo merece.

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