miércoles, 27 de junio de 2012

AVEC CESAR


El imperio del poder del Pájaro Carroñero se ha extendido por todos los confines del  pueblo. Los escuchas del poder conforman una enrevesada tela de araña de espías y contraespías que busca y rebusca en busca de cualquier indicio que les lleve hasta aquellos que se resisten a ser controlados y manipulados por el Cesar que todo lo preside.
Las tierras están secas, no sólo por lo lejano en el tiempo en que han quedado las lluvias, sino por la falta de trabajo y de liquidez de los que las cuidan. Se ha  suspendido la ilusión en Arafus hasta dentro de al menos otros tres años.
Los trabajadores del Cesar acuden cada mañana en las puertas del palacio imperial sin saber ni para qué lo hacen o en qué pueden entretener sus horas de descanso, los jefes de las legiones están en otros menesteres más ociosos…igual de retribuidos pero más ociosos…
Se oye, se habla y se comenta que nadie del Cesar hacia abajo en la pirámide del poder se atreve a reconducir el caos que reina ante la imposibilidad de entender el entramado de deberes y favores concedidos y recibidos que configuran un trasfondo de voluntades distorsionadas.
Oficiales que pasan el día velando por el dios Eolo, mirando a diestra y siniestra por si llega una brisa de aire , otros contemplando los parabienes que el dios Baco ha dejado por las esquinas del pueblo en forma de fondas y a lo que destina dos o tres horas de la jornada laboral. La plebe está harta ya de mantener a tal pandilla de vagañetes!.
¡esa carita! ¿ a quien me recuerda?
El Cesar dice que todo lo sabe, que tensa la cuerda cuando la situación se le va de las manos, pero en realidad esa cuerda se está enroscando alrededor de su propia cabeza política, que cada vez parece estar más en el aire. Sus fieles le saludan de lejos hincando rodilla en suelo si hace falta con tal de llamar su atención a pesar del adulamiento consabido, pero realeza obliga.
Él se cree querido… ¡ pobre delfín!… él no es más que un entretenimiento  mientras otros airean y oxigenan sus mentes. Siempre se ha dicho en la antigua Roma que quien mata a hierro no muere a gorrazos y eso es muy cierto.  “ Roma no paga traidores”, y Arafus recuerda…
Ahora, y para entretener a la plebe y tras los grandes juegos imperiales,  se preparan las fiestas reales en honor al Cesar y a su cohorte, que son los que representan  a los dioses en la tierra. Este año no será su hermano de sangre güimarera quien dirija el espectáculo, sino que lo hará un romano del pueblo, y además para contentar todas las candidatas a reinas lucirán por igual galas y engalanas, así no se notará quien es hija de plebe y quien no lo es, y las de siempre que acuden a criticar a las candidatas tendrán que fijarse esta vez en el color de sus ojos y no en las prendas de alta  o baja costura que lucían hasta ahora. Todo será dentro de palacio, porque fuera hay incertidumbre y descontento de la plebe. Los generales romanos afilan sus largas espadas para visitar como cada año casa a casa a los vecinos y solicitarles sonrisa en boca que colaboren con los grandes fastos imperiales, los voluntarios verán los fuegos artificiales, los que no colaboren tendrán feo destino.
Arafus es así.  Todos saludarán y agasajarán al Cesar  cuando salga a la plaza del pueblo a hablarle a la plebe, sonreirán mientras sus mentes vuelan hacia lugares donde habita la libertad.
Las cocineras abrillantan sus cacerolas para preparar los mejores platos, aunque hayan logrado la entrada en palacio de forma fraudulenta, cual inmigrante irregular en tierra propia, gritan que de allí no les sacarán…pero Roma ha visto mucho en su larga existencia…
Las bandas de música ensayan sudorosamente las piezas musicales que harán sacar aplausos de unas manos cansadas de trabajar y de esperar. Los mayores vigilan los movimientos del ejército en la  calle, todos los voluntariosos pelotillas del Cesar subirán y bajarán calles, escaleras y fachadas colocando los adornos y plantas que a todos digan que el Cesar está en fiestas… una vez más.
Los modistos del Cesar tejen sus galas, hilos de oro para la capa imperial…quizás un nuevo bastón de mando con empuñadura dorada, el Cesar ante todo es coqueto…presumido…delicado en sus maneras…
Él es Cesar por nombramiento no por sangre y eso se le nota a pesar de que se empeñe en disimularlo, sólo hay que fijarse en la calaña de aquellos que le rodean, de sus fieles generales y generalas de pacotilla, que más  que una comparsa  parecen un murga. No hay clase y no se les puede pedir más salvo que se vayan del poder ya. La plebe tiene derecho a trazar  su propio futuro y quiere hacerlo, pero aquellos a los que ha mandado de avanzadilla han sido aniquilados por los generales, sólo les alienta la idea de que cada día son más y con más ansia de libertad, saben que el tiempo pasa y que ellos tienen la razón. ¡ Avec Cesar, aquellos que te adulan te saludan!.


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