Mientras nuestro país se encuentra desde hace décadas en el camino del progreso y de la unidad europea, a pesar de la sobrevenida crisis económica mundial, dejando atrás la soledad de cuatro décadas de tristeza y aislamiento comunitario, otros se empecinan en abrazar viejos recuerdos de la época del yugo y las flechas, años en los que el águila bicéfala presidía todo cuanto de relevancia o no se celebrara en tierra española. Son aquellos a los que yo llamo "de la Cofradía", los que se escudan en la defensa a ultranza de su honorabilidad y del respeto a su intimidad para esconder actos de los que se sienten actualmente avergonzados, por haber sido sostenedores de un régimen impuesto sin la bendición de la urna electoral.
Los de la Cofradía son aún muchos, ya no recuerdan los tiempos en que vistieron uniformes, esconden las fotos para que los demás no nos acordemos, o los carnets que los hacían tan relevantes e importantes ante sus semejantes. Kant seguro diría que como una manera de esconder sus propias impotencias sociales y sus angustias.
Algunos han tenido la habilidad suficiente para mantenerse en puestos de funcionarios maquillando bajo los principios constitucionales todo aquello de lo que en privado alardean, en Arafo no ha sido difícil conseguirlo porque el ambiente ha sido muy propicio para ello. Pero ya son minoría, el principio de un hombre un voto ha dejado claro que esto ya está cambiando , a pesar de la lectura de los resultados de los comicios municipales.
Otra cosa es el reparto que adjudica la ley electoral.
La Cofradía está viva, aunque ya sean sólo cuatro miembros los que se reunan para recordar gloriosos tiempos en los que ellos eran los que señalaban con el dedo .
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